Viva tradición, ferviente devoción
El 8 de septiembre de cada año, se revive una tradición que hace parte de la cultura de un pueblo, capital y sede de una jurisdicción eclesiástica que por más de cien años ha sido guía espiritual del pueblo de Dios, extendida no solo por municipios de Antioquia, sino en territorios del contexto nacional e internacional a donde lleva el mensaje de la salvación, para que todos se sientan Iglesia y para que renueven el deseo de conocer a Cristo y ser, al mismo tiempo, sus testigos.
Santa Rosa de Osos, conocida por su influjo y su impacto en lo religioso, es cuna de una devoción que, desde hace más de 90 años, ha sido y es para muchas personas encuentro con Jesús, desde la cercanía a su Madre, la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Misericordias. Virtud, esta última, que se le otorga solo a Dios, pero que le es propia, en alta proporción, a quienes tienen ese don de ser madres, de ser compañía permanente, de llevar en su ser no solamente la felicidad entrañable que produce “dar a luz”, sino, sobre todo, del dolor inevitable que también tiene consigo el amor.
Ver a niños de brazos, como aquellos que dan sus primeros pasos y dicen sus primeras palabras, como al anciano que, apoyado en su bastón o conducido por su silla de ruedas, avanzan para rendir homenaje a la Reina del Universo, es testimonio para jóvenes o adultos que también la reconocen y la proclaman protectora, custodia y seguridad de esta población, que se identifica con María, la que le creyó a Dios y se decidió, sin vacilar, a cumplir su divina voluntad.
Amparo y protección del clero de Santa Rosa de Osos, es también Madre predilecta de los sacerdotes de la diócesis, quienes se consagran a ella desde el momento de su ordenación y a quien se encomiendan para el cumplimiento de su tarea testimonial, en el anuncio del Evangelio.
En esa misma línea, el Cibercolegio UCN, evidencia en la labor educativa y en la entrega y servicio de su comunidad, una cercanía y filiación con la Santísima Virgen, Madre de las Misericordias. No solo porque a ella se ha confiado y la reconoce como patrona, sino porque en ese silencio, transmitido en acción efectiva desde la oración, se hacen posible todas las cosas, porque se ha puesto la confianza en Dios, como ella lo hizo y lo sugiere: “hagan lo que Él les diga”. (Jn 2,5).
Con esta actitud de creer en Dios, de seguirlo, recurrimos a María, para que aprendiendo de su ejemplo, sigamos tras las huellas de Cristo, su Hijo, que nos invita a ir tras lo que cuenta, con aquello que cansa y hasta duele, pero que traerá la mejor recompensa.
Redactada por: John Edison Gómez Atehortúa. Profesional de Pastoral y Bienestar.