El Cibercolegio en la misión Diocesana
La historia de la evangelización comienza con una búsqueda apasionada del Señor que llama y quiere entablar con cada persona, allí donde se encuentra, un diálogo de amistad (Jn 15,12-17). Los apóstoles son los primeros en dar cuenta de eso; hasta recuerdan el día y la hora en que fueron encontrados. La amistad con el Señor, verlo curar a los enfermos, comer con los pecadores, alimentar a los hambrientos, acercarse a los excluidos, tocar a los impuros, identificarse con los necesitados, invitar a practicar las bienaventuranzas, enseñar de una manera nueva y llena de autoridad, deja una huella imborrable, capaz de suscitar el asombro, y una alegría expansiva y gratuita que no se puede contener. Como decía el profeta Jeremías, “esta experiencia es el fuego ardiente de su presencia activa en nuestro corazón que nos impulsa a la misión, aunque a veces comporte sacrificios e incomprensiones”.
La experiencia de los apóstoles pone de manifiesto la importancia de ir y seguir anunciando el amor de Dios. Como institución, el Cibercolegio ha sido partícipe de la gran misión diocesana, llevada a cabo en la región del Bajo Cauca antioqueño en la semana del 02 al 08 de octubre, con el propósito de compartir con la comunidad del municipio de Nechí – Ant.
Fue una experiencia significativa, que implica salir de la zona de confort e ir y cambiar los hábitos por momentos diferentes, leer la realidad de las situaciones propias de las personas, comunidades, lugares donde bien se sabe, no solo faltan elementos materiales, sino que carecen de algo muy importante y fundamental en la vida, como lo es precisamente el aliento espiritual, alimento de la fe.
Al igual que los apóstoles y los primeros cristianos, también hay que expresar con todas las fuerzas: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). Es así, que la realidad de esta zona permite reflexionar, en cuanto a la fe, la forma en que se vive el mandato cristiano, cuál debe ser el compromiso para seguir no solo creciendo en el encuentro personal con Dios, sino también, cómo realmente alentar a aquellas personas que desean, tienen su fe tambaleando o han perdido ya el sentido del amor y del encuentro con Dios.
Esta experiencia anima a traer a la memoria y sobre todo al corazón, desde el agradecimiento, a todas esas personas que, con su testimonio de vida, ayudan a renovar el compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordar especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de tantos pueblos y ciudades donde muchas vidas se encuentran sedientas de bendición.
Redactada por:
Luis Alberto Osorio Gaviria.
Docente Cibercolegio.
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