Jornada Mundial del Enfermo en el marco de la celebración de Nuestra Señora de Lourdes

El 11 de febrero de cada año se celebra la memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo. Su objetivo principal es sensibilizar al pueblo de Dios y, por consiguiente, a todas las instituciones médicas ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a todos los enfermos.

El mensaje que el Santo Padre Francisco hace para esta jornada se centra en la invitación del Evangelio: «Sean misericordiosos, así como el Padre de ustedes es misericordioso» (Lc 6,36); este llamado nos hace volver la mirada hacia Dios «rico en misericordia» (Ef 2,4), que siempre mira a sus hijos con amor de padre, incluso cuando estos se alejan de Él. De hecho, la misericordia es el nombre de Dios por excelencia, que manifiesta su naturaleza, no como un sentimiento ocasional, sino como fuerza presente en todo lo que Él realiza.

La Jornada Mundial del Enfermo también es una ocasión propicia para centrar nuestra atención en los centros de asistencia sanitaria. A lo largo de los siglos, la misericordia hacia los enfermos ha llevado a la comunidad cristiana a abrir innumerables “posadas del buen samaritano”, para acoger y curar a enfermos de todo tipo, sobre todo a aquellos que no encontraban respuesta a sus necesidades sanitarias, debido a la pobreza o a la exclusión social, o por las dificultades a la hora de tratar ciertas patologías. En estas situaciones son sobre todo los niños, los ancianos y las personas más frágiles quienes sufren las peores consecuencias.

¿Qué ocurrió en Lourdes el 11 de febrero?

El 11 de febrero de 1858 una niña de tan solo catorce años llamada Bernadette Soubirous, de familia muy pobre pero muy devota de la Virgen Maria y el Rosario, con su hernana y otra niña fueron a un lugar llamado Massabielle a recoger leña y debían cruzar un río. Bernadette debido a su salud se quedó atrás, la niña estaba cerca de una gruta cuando escuchó un ruido y sintió un viento fuerte. Fue sorprendida por la aparición de una gran nueve dorada y una mujer vestida de blanco. Esta mujer llevaba sus pies descalzos y en cada uno, una rosa dorada. En la cintura una cinta azul ancha, con las manos juntas y posición de oración, cargaba un Rosario.

La reacción de Bernadette ante la aparición de la señora fue comenzar a rezar el Rosario. Según algunas versiones de la historia, cuando Bernadette entonaba las avemarías del santo Rosario, la señora vestida de blanco no decía nada y solo pasaba las cuentas, al rezar los padrenuestros y los “Gloria”, la mujer entonaba al igual que ella. La señora desapareció cuando Bernadette terminó de rezar.

La niña contaba que no había sentido miedo al ver a la señora vestida de blanco delante de ella, sino que hubiera deseado quedarse contemplándola por siempre.

Al regresar a su casa su madre ya se había enterado de lo que había sucedido pero se negaba a creer y le prohibió regresar, pero solo fue por algunos días. Bernadette regresó a la gruta acompañada de varias personas y la señora nuevamente se le apareció. La niña para comprobar si era verdad lo que veía, lanzó agua bendita a la señora y le pidió que si venía en nombre de Dios, le diera un paso adelante. La señora dio el paso.

Más tarde pudo convencer su padre de que la dejara regresar a la gruta y él le permitió ir el 18 de febrero; fue esta la tercera aparición de la Virgen, donde le pidió a Benadette que regresara durante quince días seguidos, le habló en su propio dialecto gascón y se dirigió a ella usando el “usted” de cortesía y le dijo: ¿Me haría usted el favor de venir aquí durante quince días? También le prometió que sería feliz en el mundo.

Muchos que escucharon hablar de las apariciones, creyeron y acudieron a la gruta, otros se burlaron de Bernadette. Las apariciones continuaron, la Señora animó a Bernadette a rezar por los pecadores y pidió que se construyera una capilla en ese lugar; también le pidió a la niña que besara la tierra como acto de penitencia y signo de humildad. Aún esta práctica continúa en Lourdes.

La Virgen se le apareció por última a vez a Bernadette el 16 de julio de 1858. Sus apariciones fueron declaradas auténticas el 18 de enero de 1862.

Redactada por:

Aida Yoledys Mazo

Experiencia estudiantil

Fotografía con enfermera cuidando a un enfermo

Imagen de un niño visitando la virgen de Lourdes

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