La acogida no es abrir un brazo… ¡Es abrir los brazos!

Como es habitual en nuestro Cibercolegio UCN, cada mes reflexionamos sobre algún valor. El valor que hemos venido reflexionando en noviembre es la acogida y el ejemplo que tenemos y hemos propuesto es san José: el hombre que acoge… Durante todo este año que se ha dedicado al padre de Jesús y esposo de la Virgen Madre hemos tenido muchos valores para aplicar y poner en práctica en nuestra vida cotidiana, familiar, social y escolar.

Con respecto a la acogida se podrían buscar muchas definiciones en los diccionarios, enciclopedias, bibliotecas y en la Internet… considero que la mejor definición de acogida es abrir los brazos. ¿Cómo así? ¿Por qué la figura de los brazos para hablar de este valor pudiendo decir tantas cosas bonitas y hermosas?

¿Sabes por qué? Porque cuando abrimos los brazos acogemos a todos sin distinción, sin exigencia, sin condiciones. La acogida es abrir los brazos siempre y en todo momento; abrir los brazos no a quien quiero, sino a quien me necesita; no a quien deseo ayudar, sino a quien llama la puerta por mi ayuda; no al que es mi amigo, sino al que puede llegar a ser amigo… en fin, acoger es abrir los brazos hoy, mañana y siempre.

• Como estudiante, acojo cuando alguien busca ayuda y apoyo en un trabajo y cuando un compañero que se siente solo recibe una mano amiga.

• Como docente, lo hago cuando escucho y oriento.

• Como directivo, vivo la acogida cuando doy lineamientos desde la comprensión y la realidad del otro.

• Como padre o madre, vivo la acogida cuando abrazo al hijo, le doy consejos y le acompaño.

• Cuando somos hijos, experimentamos la acogida escuchando y dejándonos llevar por las experiencias de los mayores.

• Como ser humano, lo hago cuando me dejo sensibilizar por las necesidades del otro y soy capaz de dar, ayudar y ofrecer.

• Como cristiano, experimento la acogida cuando me abro a la voluntad de Dios plasmada en su Palabra, mostrada en la vida de los santos y proyectada en la Iglesia.

En fin, acoger es darse totalmente a los otros, abrirnos sin condiciones y ofrecernos desde lo que somos y tenemos. Así como Jesús está en la cruz con los brazos abiertos, así también debemos estar nosotros para acoger a los demás. Así como san José escuchó el mensaje del ángel y acogió a María como esposa y a Jesús como hijo, nosotros estamos llamados a vivir la acogida, a abrir los brazos y que seamos capaces de acoger y de darnos sin condiciones y sin exigencias.

Vivamos la acogida. Abramos no un brazo, sino los brazos para que quien llegue nos encuentre dispuestos a escuchar, hablar y confiar.

Redactada por:

bro. Julián David Sepúlveda

Docente

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