El hecho de que permanezca vivo el recuerdo de cada una de sus enseñanzas pastorales, de los hechos carismáticos, de las muchas ocasiones en que la misericordia de Dios se ha expresado en sus fieles por intermediación del Padre Marianito, ya sea durante su vida terrenal o porque se ha invocado su intercesión, para obtener desde bienes materiales como el éxito de un negocio que se realiza para adquirir una casa, una finca o un vehículo, hasta bienes espirituales que confortan el alma y mantienen vivo el fervor de quienes han pedido a Dios por la intercesión del Padre Marianito, que salve un matrimonio que está en riesgo, que ayude en la consecución de un empleo digno, en los buenos resultados escolares, entre otras muchas experiencias que se cuentan, a partir de las cuales se puede afirmar que “Marianito es el santo de los milagros cotidianos”.
Trasciende quien ha logrado vivir de manera heroica las virtudes, como ha certificado el estudio realizado sobre el Padre Marianito en su proceso de canonización, titulado “Positio super virtutibus del Siervo de Dios Mariano de Jesús Euse Hoyos”, quien durante su vida ha logrado configurarse con un ser superior, como aspiración máxima del ministerio sacerdotal, al dedicarse durante toda su vida a su configuración con Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote; trasciende aquel cuya memoria está presente en la cotidianidad de muchas generaciones superando las barreras espaciotemporales que consumen lo efímero, quien desprendido de todo interés egoísta centra su interés en agradar a Dios y servir a los demás.
Uno de esos testimonios que evidencian la forma como se expresa la confianza que una persona puede tener en la posibilidad de que Dios actúe por la intercesión del Beato Padre Marianito, es la historia de una niña que para el momento de los hechos, cursaba el grado tercero de primaria y durante una evaluación de final de periodo, miraba constantemente su mano empuñada… escribía en su hoja… de nuevo miraba su mano y así en repetidas ocasiones, hasta que la profesora que da testimonio de ello, narra cómo se sintió un poco confundida por esta conducta de la estudiante que ella consideraba con toda la capacidad cognitiva para responder sin dificultad la evaluación y sin la más mínima malicia para cometer un acto de deshonestidad académica, no obstante, ante la contundencia de lo que veía, se acercó a la estudiante y le pidió que abriera la mano que tenía empuñada constatando con sorpresa que lo que miraba la estudiante era un escapulario con una imagen del Padre Marianito a quien la niña pedía ayuda, para obtener un buen resultado en su formación académica, como también en otros aspectos de su vida, según la formación cristiana recibida en su hogar. Habiendo salido de dudas, la profesora se mostró sorprendida por el hallazgo y posteriormente contó lo sucedido a los padres de la niña que guardan este recuerdo como una de las anécdotas más relevantes en la infancia de su hija.
Redactada por:
Andrés Felipe Roldán Posada
Docente Fundación Universitaria Católica del Norte