El año pasado, con ocasión del solemnidad de la Asunción de la Virgen María, el papa Francisco, en el Ángelus de la Plaza de San Pedro en Roma, decía: “María engrandece al Señor”: no los problemas, que tampoco le faltaban en ese momento, sino al Señor. ¡Cuántas veces, en cambio, nos dejamos vencer por las dificultades y absorber por los miedos!
Esa invitación del Pontífice se hace presente y real en cada momento de la historia de cada cristiano y de la vida cotidiana. Muchas ocasiones le damos más importancia a debilidades, a las flaquezas, a las preocupaciones, etc… Muchas veces no vemos la grandeza de Dios, lo que tenemos delante, lo que podemos hacer, lo grande que podemos ser…
Celebrar la solemnidad de la Asunción de la Virgen María, es precisamente celebrar y conmemorar la grandeza de Dios manifestada en la humanidad de María y cómo la Virgen engrandece al Señor, en palabras del papa Francisco. Al mismo tiempo, cómo la Virgen María nos engrandece porque nos acerca a su Hijo y nos hace partícipes de tan maravillosa vida divida. En palabras sencillas, María intercede ante su Hijo Jesucristo para que seamos mejores, para que busquemos el bien, para que procuremos ayudar a los demás, para que busquemos la santidad, para que seamos mejores y auténticos hijos de Dios e hijos de María.
Como cristianos, como bautizados, como comunidad educativa estamos llamados e invitados a dejarnos engrandecer por María, a encomendarnos a su protección, a vivir siempre de su lado, porque Ella nos acerca a Jesús y nos hace partícipes de maternidad y por ende nos engrandece en el Señor.
Redactado por:
Pbro. Julián David Sepúlveda
Docente.