El 20 de julio se conmemoraron 211 años del grito de Independencia en Colombia, de ahí que el Cibercolegio UCN se una a esta celebración buscando fortalecer los pilares de la identidad colombiana forjados en el reconocimiento de la historia que ha tenido Colombia a lo largo de los años y la búsqueda incansable de la paz para un país que tanto lo necesita. La construcción de esta identidad política, cultural y social empieza desde casa con la unión y el respeto a los símbolos patrios.
La independencia es un hecho histórico que ha traído consigo diferentes procesos en todos los ámbitos de la cotidianidad colombiana y uno de ellos es la necesidad de construir cada día un país mejor, tanto para las generaciones futuras como las presentes. Es desde este panorama que toda la comunidad educativa se debe unir frente a las situaciones que actualmente vive el país y buscar salidas consensuadas a todas las dificultades que lleven a Colombia ser un mejor país, basados en el respeto, la igualdad y la cooperación de todos los miembros de esta nación.
En la historia de la humanidad se ha buscado un ideal social a través de la persecución incansable de la paz, sin embargo, este ha causado un efecto contradictorio que ha impactado la estabilidad emocional, económica, política y por supuesto social de todos en general. La utopía de la paz promete un mejor mundo, pero la realidad es que este solo es el camino más no la meta; la libertad
concebida desde la integralidad puede referenciar de manera individual el buen actuar y este a su vez transformar el colectivo. No se puede conciliar un efecto grupal sin antes asegurar un compromiso personal.
En ese proceso de aceptación de responsabilidades y deberes que implica una adecuada libertad se intuye un sentido de pertenencia uniforme que genera en cada persona una necesidad de cumplir de manera adecuada con su papel de ciudadano. Cada proceso se debe llevar estipulando un inicio y ese principio fundamental “de la nada al todo” nos indica el camino a seguir para conseguir esa paz que es sinónimo de tranquilidad y estabilidad.
La humanidad fluctúa entre lo que quiere y lo que se debe hacer, la coherencia muestra el camino, pero nuestro nulo control personal nos impide llegar ahí. En la búsqueda de la paz nos olvidamos de aquietar nuestro ser, la guerra con nosotros mismos no nos permite vislumbrar solución alguna para la humanidad, pensamos que el trabajo lo han de realizar quienes al mando de cada país están, y así se desvirtúa el camino a la paz.
Es entonces la libertad la joya de la corona universal, solo cuando comprendamos este sentir desde la individualidad responsable, la justicia y la empatía consciente estaremos preparados como sociedad para vivir en paz.
Hay que evitar una postura reduccionista o simplista de la paz, dejar de comprenderla como la inexistencia de todo conflicto o contradicción en las relaciones humanas que se dan al interior de la sociedad o entre los mismos grupos de poblaciones.
Lo que debe conducirnos a la paz es el reconocimiento de las diferencias en la visión del mundo, los intereses y maneras de buscar obtenerlo. Debemos más bien procurar por encontrar alternativas a los conflictos violentos, armados o de
agresión por mecanismos de resolución que vinculen valores como la tolerancia, el respeto, la valoración de la vida, el dialogo y la unidad.
La paz no es algo ajeno a nosotros, cada uno en su cotidianidad puede aportar a que en la sociedad se conviva de mejor manera. La familia es un espacio para el ejercicio de la paz, así mismo la escuela y las relaciones de amistad o interpersonales que vamos teniendo. Por ello, la invitación es a estar alertas con nosotros mismos para controlar los actos que llevamos y pueden incentivar relaciones conflictivas, cuestionarnos y buscar opciones de cambio para mejorar.
En ese orden de ideas, se debe reconocer la importancia del rol de la escuela y la educación, especialmente en nuestro contexto colombiano, en la construcción de paz, fomentando en los estudiantes actitudes y habilidades en procura de una solución pacífica a los conflictos que se presenten; del mismo modo, la educación, al ir más allá de una simple recepción de contenidos, debe ser contextualizada e incluir las dinámicas de los entornos, además, se configura como un pilar fundamental en la formación de valores necesarios como la empatía, el respeto a la diferencia, la justicia social, la solidaridad. Valores que han de repercutir en el ámbito social, ya que nuestro territorio requiere un trabajo más profundo en cuanto a procesos de paz y reconciliación se refiere, entendiendo nuestras complejidades a lo largo de la historia.
El ser parte de una nación como Colombia es de llenarnos de orgullo, participar activamente en todas las decisiones que busquen el mejoramiento continuo, la búsqueda implacable de la paz, y la construcción colectiva de identidad nacional, son los motores que nos deben mover, para construir un país mejor para todos.
Redactado por:
Docentes del área de Ciencias Sociales, políticas y económicas.