El sábado 1 de mayo celebramos la fiesta de San José Obrero, el gran desconocido en la Sagrada Escritura, hombre de silencio y compañía permanente. Conocido como patrono de los trabajadores y custodio de la Sagrada Familia, que sea esta una oportunidad para compartir una corta reflexión en torno a estos dos valores a veces un poco deteriorados en la sociedad actual.
El trabajo, como medio para dignificar al ser humano, como medio para la subsistencia, pero también como medio para la santificación. Todos los cristianos bautizados estamos consagrados para el servicio a Dios y esto lo hacemos sirviendo al ser humano a través del trabajo. Retomemos, en la lectura de este texto, la reflexión sobre la importancia del trabajo como medio para alcanzar la santidad de vida en lo ordinario de nuestra vida, en el día a día, cumpliendo con amor, con disciplina, con sentido de pertenencia, con nuestros deberes, en el lugar donde cada uno se desempeña. Ya nos lo recordaba San Juan Pablo II "porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido «se hace más hombre»."
Por medio del ejemplo que como hombre trabajador dio San José a su hijo Jesús en aquella familia de Nazareth se forjaron valores tan importantes como la dignidad y el tener pan en la mesa, fruto del esfuerzo del propio trabajo. En este momento y punto histórico que estamos viviendo, donde la pandemia ha hecho estragos, son muchas las familias que han perdido sus trabajos, su medio de sustento; los desempleos todos los días en Colombia alcanzan niveles más altos y es aquí donde debemos comprender el valor tan grande que tiene el trabajo para poder vivir con dignidad, con un hogar donde las necesidades básicas sean cubiertas. En la reciente carta apostólica Patris Corde, El Santo Padre Francisco nos confirma que “una familia que carece de trabajo está más expuesta a dificultades, tensiones, fracturas e incluso a la desesperada y desesperante tentación de la disolución. ¿Cómo podríamos hablar de dignidad humana sin comprometernos para que todos y cada uno tengan la posibilidad de un sustento digno?”
¿Cómo construir una sociedad más humana, mas sensible, mas justa, si el núcleo familiar, primera sociedad de la que hacemos parte, se desmorona y de disuelve por no contar con trabajo que de sustento a sus vidas?
San Jose Obrero es nuestro santo patrono y nuestra luz, quien puede interceder por nosotros, en estos momentos tan difíciles. Termino con una última reflexión de nuestro Papa Francisco para implorar a San José por un trabajo digno para tantas y tantas familias que carecen de él. “La crisis de nuestro tiempo, que es una crisis económica, social, cultural y espiritual, puede representar para todos un llamado a redescubrir el significado, la importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva “normalidad” en la que nadie quede excluido. La obra de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo. La pérdida de trabajo que afecta a tantos hermanos y hermanas, y que ha aumentado en los últimos tiempos debido a la pandemia de Covid-19, debe ser un llamado a revisar nuestras prioridades. Imploremos a San José Obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!”
Referencias:
Juan Pablo II. (1981) Carta encíclica Laborem Exercens. Recuperado de: http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_14091981_laborem-exercens.html
Francisco. (2020) Carta Apostólica Patris Corde. Recuperado de:http://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_letters/documents/papa-francesco-lettera-ap_20201208_patris-corde.html